Mi nombre es
Santiago Rosillo. Cuando era pequeño, me preguntaron qué quería ser de mayor, y
yo respondí: “dinosaurio o dibujante“.
Dinosaurio
no pudo ser.
Ésta es,
quizás, una de las anécdotas más significativas de toda mi vida. El blog que os
presento a continuación muestra el proceso que cualquier ilustrador realiza
antes de culminar obras mayores. En este sentido, existe un cuento de origen
chino que viene muy al caso.
Cierto
emperador le pidió al mejor artista de China que le dibujase una carpa dorada.
El artista le dijo que, cuando estuviese lista, le avisaría. Pasaron algunos
días y el emperador fue a preguntar cómo iba el dibujo de la carpa. “Aún falta
mucho, Majestad”, le respondió el mejor dibujante de China.
Tras varias
semanas, el emperador volvió a preguntar por la carpa y recibió la misma
respuesta: “Aún falta mucho, Majestad”.
Este vaivén
se repitió a lo largo de un año, tras el cual el emperador visitó al artista
acompañado de un verdugo. El pequeño hombre los esperaba con un pincel en la
mano. Frente a él, había un lienzo de papel de arroz. Antes de que el emperador
abriese la boca, el artista mojó el pincel en la tinta dorada y dibujó la carpa
de un solo y magnífico trazo.
El
emperador, sorprendido, le preguntó: “Si era tan fácil, ¿por qué no lo hiciste
desde un primer momento?”, a lo que el artista respondió abriendo un inmenso
armario del que cayeron miles de esbozos y dibujos de la misma carpa dorada.
Y esto es lo
que representa el blog que tenéis ante vosotros: los interminables y
generalmente imperfectos esbozos de carpas doradas.
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